domingo, 23 de febrero de 2014

Vida

No puedo dejar de hablar de mi madre, ahora que van a cumplirse cinco años de su muerte...que fuerte! Escribir la palabra muerte...y sobre todo cuando hablo se ella. Porque muerte se equipará a vacío, a ausencia, a ya no existe...ya no está...ya no la veré nunca más. Ya nunca su olor, su voz, su tacto...ya nunca más su risa, su comentario, su opinión Porque el morir es no ser, no estar... Porque el morir es el negativo del vivir, la cara opuesta de el ser, la nada... Pero mi madre no ha muerto, y lo digo sin drama, sin temor a decirlo....ella sí que esta..ella sigue aquí...es cierto que no puedo tocarla, darle un abrazo, olerla...oírla...verla...pero es que todas estas percepciones son humanas y es evidente que no las tengo...lo que yo tengo es su presencia en forma de energía que ocupa mi mente y mi corazón, sin que por ello me invada, me aprisione, me absorba. Es una sensación mágica, plena, perfecta de su presencia en mi, en mi entorno, en el aire que respiro, en mis momentos de paz...y la noto, la noto más que a muchos que sí están vivos.